Los amortiguadores son unos elementos que influyen mucho sobre la conducción y la seguridad de un automóvil. Por eso conviene que los revises cada 20.000 km en tu taller de confianza y, si es necesario, que esa operación se vea acompañada por un cambio y equilibrado de neumáticos, así como la reparación o sustitución de los frenos.
De hecho, todos estos elementos conforman el llamado triángulo de seguridad del vehículo. Su desgaste es progresivo y a veces puede pasar desapercibido, aunque puede causar la pérdida del control del automóvil en un momento dado. Por eso es tan importante comprobar si su funcionamiento es óptimo.
En concreto, las piezas en mal estado de la suspensión pueden causar una serie de problemas relacionados con la seguridad y la fiabilidad del automóvil:
— Disminución del control de dirección: unos amortiguadores y componentes de suspensión desgastados pueden reducir la precisión de la dirección y la estabilidad del vehículo, aumentando el riesgo de pérdida de control, de derrape y de aquaplaning.
— Distancia de frenado: conducir con unos amortiguadores al 50% de su capacidad puede incrementar significativamente la distancia de frenado en algunas situaciones, dificultando así una parada de emergencia cuando se necesite.
— Incremento del desgaste de los neumáticos: unos amortiguadores desgastados pueden afectar al contacto de los neumáticos con la carretera, provocando un desgaste desigual o acelerado de las cubiertas, y reduciendo la tracción y el control en ciertas situaciones.
Son muchas las razones por las que conviene no perder de vista los amortiguadores, especialmente antes de acometer viajes largos como los que se efectúan en verano. A ser posible, neumáticos y frenos también deben ser revisados.
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Fuente: Tenneco.