Hidratarse bien es fundamental para mejorar nuestra seguridad al conducir. Hasta tal punto es importante que el RACE ha querido comprobar qué pasa cuando la deshidratación hace efecto a un conductor. Para ello, efectuó pruebas neurológicas a 14 automovilistas en el Circuito del Jarama.
En las pruebas se constató que, en el 66% de los casos, la deshidratación al volante provoca una conducción más agresiva y una mayor brusquedad en las maniobras. También desciende el 27% la concentración, con el consiguiente riesgo de accidente. Asimismo, un tercio de los conductores evaluados cometió más errores que el resto de conductores, con el 17% más de frenazos bruscos.
El análisis reveló que el uno de cada tres conductores con síntomas de deshidratación y fatiga invadió el carril contrario a la hora de realizar las pruebas de conducción simulada.
Todos estos síntomas reflejan en cierto modo algunos efectos del alcohol sobre la conducción, como puede ser el estilo agresivo, la brusquedad en las maniobras, la falta de concentración o la invasión del carril contrario.
Por todo ello, no debes olvidar una botella de agua o refresco cuando salgas de viaje, ya que te ayudará a mantener los cinco sentidos en la carretera.
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