En carretera o en ciudad, cuando conducimos debemos poner los cinco sentidos en la circulación. Esa es la teoría, pero en la práctica resulta que ocho de cada diez conductores reconocen circular distraídos en sus trayectos diarios. Se trata de una práctica que les pone en peligro tanto a ellos como al resto de usuarios de la vía.
Un estudio realizado por el RACE, BP y Castrol indica que circulamos distraídos en buena parte por culpa de nuestros propios pensamientos. Esto provoca que el 74% de los encuestados reconozcan que, en alguna ocasión, han llegado a tomar una ruta de manera automática o se han encontrado llegando a un lugar que no era su destino.
Aunque el 71% considera que es peligroso ponerse al volante con un estado emocional alterado, hasta el 54% de los conductores encuestados coge su vehículo aunque se encuentren bajo los efectos del estrés, el enfado, la alegría o incluso la euforia.
Trabajo, familia, problemas económicos, pareja y salud, por este orden, son los motivos que alejan más nuestra mente de la tarea de conducir.
Por todo esto, los autores del estudio recomiendan tomar consciencia de nuestro estado antes de subir a un coche y, si notamos alguna alteración, tratar de pasear unos minutos para despejarnos. Planificar mentalmente la ruta y centrarnos en lo que vamos a hacer también es aconsejable, así como respirar profundamente y centrar nuestra atención si nos descubrimos en modo “piloto automático”. Anticiparnos ante lo que pueda ocurrir y practicar conducción defensiva también nos puede ayudar a centrarnos.
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