Seguro que has oído hablar de ellas. Las bujías de encendido son uno de los componentes más conocidos de un vehículo. Sin ellas, el coche de gasolina no podría arrancar. Aunque sus funciones van mucho más allá de esta cuestión.
La bujía de encendido es la que se encarga de que la corriente eléctrica, producida por el sistema de encendido, salte en forma de chispa entre sus electrodos. Así es como se inicia la combustión de la mezcla de combustible y aire que mueve los pistones y, por tanto, hace funcionar al motor.
Además, la bujía de encendido absorbe el calor generado en la cámara de combustión y lo disipa, permitiendo que el motor funcione siempre a una temperatura adecuada a su potencia. Este componente es el responsable de la combustión de la mezcla de combustible y aire. Si esa combustión es económica, limpia y eficaz, debe producir entre 500 y 3.500 chispas por minuto y debe hacerlo de manera fiable, en el momento exacto, miles y miles de veces.
Esto quiere decir que las bujías contribuyen de manera decisiva a una combustión eficiente, limpia y económica, además de a la protección del motor y del catalizador. ¿Qué ocurre si una bujía no funciona bien? Que el consumo de combustible y las emisiones aumentarán, mientras que el vehículo perderá potencia. También puede provocar fallos de encendido e incluso que se llegue a quemar el catalizador.
Por todo ello, conviene utilizar siempre bujías adecuadas al vehículo y revisar su estado periódicamente en tu taller de confianza. Si lo haces, alargarás la vida del motor de tu coche y obtendrás una conducción eficiente.
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Fuente: ECEC.